Evangelio de Juan - Capítulo 2


[1] Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. [2] Jesús también fue invitado con sus discípulos. [3] Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». [4] Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». [5] Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». [6] Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. [7] Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. [8] «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. [9] El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo [10] y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». [11] Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. [12] Después de ésto, descendió a Cafarnaún con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y permanecieron allí unos pocos días. [13] Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén [14] y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. [15] Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas [16] y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio». [17] Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. [18] Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?». [19] Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar». [20] Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». [21] Pero él se refería al templo de su cuerpo. [22] Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. [23] Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. [24] Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos [25] y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.

¡Bendiciones!


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