Evangelio de Juan - Capítulo 5
[1] Después de ésto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. [2] Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. [3] Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos, que esperaban la agitación del agua. [5] Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. [6] Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?». [7] Él respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes». [8] Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina». [9] Enseguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, [10] y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla». [11] Él les respondió: «El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina"». [12] Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla y camina"?». [13] Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. [14] Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía». [15] El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. [16] Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. [17] Él les respondió: «Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo». [18] Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. [19] Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: «Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. [20] Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. [21] Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. [22] Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, [23] para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. [24] Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. [25] Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. [26] Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, [27] y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. [28] No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz [29] y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. [30] Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. [31] Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. [32] Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. [33] Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. [34] No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. [35] Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. [36] Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. [37] Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, [38] y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. [39] Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, [40] y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. [41] Mi gloria no viene de los hombres. [42] Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. [43] He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. [44] ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que viene sólo de Dios? [45] No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. [46] Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. [47] Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?».
¡Bendiciones!