Evangelio de Marcos - Capítulo 16


[1] Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. [2] A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. [3] Y decían entre ellas: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». [4] Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande. [5] Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, [6] pero él les dijo: «No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. [7] Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho». [8] Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. [9] Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. [10] Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. [11] Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. [12] Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. [13] Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. [14] Enseguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. [15] Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. [16] El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. [17] Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; [18] podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán». [19] Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. [20] Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

¡Bendiciones!


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