Evangelio de Lucas - Capítulo 20
[1] Un día en que Jesús enseñaba al pueblo en el Templo y anunciaba la Buena Noticia, se le acercaron los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos, [2] y le dijeron: «Dinos con qué autoridad haces estas cosas o quién te ha dado esa autoridad». [3] Jesús les respondió: «Yo también quiero preguntarles algo. Díganme: [4] El bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?». [5] Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: "Del cielo", él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en él?". [6] Y si respondemos: "De los hombres", todo el pueblo nos apedreará, porque está convencido de que Juan es un profeta». [7] Y le dijeron que no sabían de dónde venía. [8] Jesús les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto». [9] Y luego dijo al pueblo esta parábola: «Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores y se fue por largo tiempo al extranjero. [10] Llegado el momento, les envió a un servidor para que le entregaran la parte de los frutos que le correspondía. Pero los viñadores lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. [11] Envió a otro servidor, y también a este lo golpearon, lo ultrajaron y lo echaron con las manos vacías. [12] Mandó después a un tercero, y a él también lo hirieron y lo arrojaron afuera. [13] El dueño de la viña pensó entonces: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo muy querido: quizá tengan consideración con él". [14] Pero los viñadores, al verlo, se dijeron: "Este es el heredero, vamos a matarlo, y la herencia será nuestra". [15] Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron. ¿Qué hará con ellos el dueño de la viña? [16] Vendrá, acabará con esos viñadores y entregará la viña a otros». Al oír estas palabras, dijeron: «¡Dios no lo permita!». [17] Pero fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: «¿Qué significa entonces lo que está escrito: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular? [18] El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquel sobre quien ella caiga, será aplastado». [19] Los escribas y los sumos sacerdotes querían detenerlo en ese mismo momento, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero temieron al pueblo. [20] Ellos comenzaron a acecharlo y le enviaron espías, que fingían ser hombres de bien, para lograr sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones, y entregarlo al poder y a la autoridad del gobernador. [21] Y le dijeron: «Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y que no tienes en cuenta la condición de las personas, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. [22] ¿Nos está permitido pagar el impuesto al César o no?». [23] Pero Jesús, conociendo su astucia, les dijo: [24] «Muéstrenme un denario. ¿De quién es la figura y la inscripción que tiene?». «Del César», respondieron. [25] Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». [26] Así no pudieron sorprenderlo en ninguna palabra delante del pueblo y, llenos de admiración por su respuesta, tuvieron que callarse. [27] Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, [28] y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. [29] Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. [30] El segundo [31] se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. [32] Finalmente, también murió la mujer. [33] Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?». [34] Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, [35] pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. [36] Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección, son hijos de Dios. [37] Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. [38] Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él». [39] Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». [40] Y ya no se atrevían a preguntarle nada. [41] Jesús les dijo entonces: «¿Cómo se puede decir que el Mesías es hijo de David, [42] si el mismo David ha dicho en el Libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, [43] hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies? [44] Si David lo llama "Señor", ¿cómo puede ser hijo suyo?». [45] Y dijo a los discípulos, de manera que lo oyera todo el pueblo: [46] «Tengan cuidado de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes; [47] que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Esos serán juzgados con más severidad».
¡Bendiciones!