Evangelio de Lucas - Capítulo 24


[1] El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que ha-bían preparado. [2] Ellas encontraron re-movida la piedra del sepulcro [3] y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. [4] Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. [5] Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? [6] No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: [7] "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"». [8] Y las mujeres recordaron sus palabras. [9] Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. [10] Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, [11] pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. [12] Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido. [13] Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. [14] En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. [15] Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. [16] Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. [17] Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, [18] y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». [19] «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, [20] y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. [21] Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. [22] Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro [23] y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. [24] Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron». [25] Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! [26] ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». [27] Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. [28] Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. [29] Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. [30] Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. [31] Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. [32] Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». [33] En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, [34] y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». [35] Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. [36] Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». [37] Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, [38] pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? [39] Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo». [40] Y diciendo ésto, les mostró sus manos y sus pies. [41] Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?». [42] Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; [43] él lo tomó y lo comió delante de todos. [44] Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos». [45] Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, [46] y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, [47] y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. [48] Ustedes son testigos de todo ésto. [49] Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto». [50] Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. [51] Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. [52] Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, [53] y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.

¡Bendiciones!


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