Evangelio de Juan - Capítulo 9
[1] Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. [2] Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». [3] «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. [4] Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. [5] Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». [6] Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, [7] diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa «Enviado». El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. [8] Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?». [9] Unos opinaban: «Es el mismo». «No, respondían otros, es uno que se le parece». Él decía: «Soy realmente yo». [10] Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?». [11] Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi». [12] Ellos le preguntaron: «¿Dónde está?». Él respondió: «No lo sé». [13] El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. [14] Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. [15] Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. Él les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». [16] Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?». Y se produjo una división entre ellos. [17] Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?». El hombre respondió: «Es un profeta». [18] Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres [19] y les preguntaron: «¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». [20] Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, [21] pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta». [22] Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. [23] Por esta razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él». [24] Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». [25] «Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo». [26] Ellos le preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?». [27] Él les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?». [28] Ellos lo injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! [29] Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este». [30] El hombre les respondió: «Ésto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. [31] Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. [32] Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. [33] Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada». [34] Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?». Y lo echaron. [35] Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?». [36] Él respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?». [37] Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando». [38] Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. [39] Después Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven». [40] Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?». [41] Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece».
¡Bendiciones!